sábado, 14 de abril de 2012

A PROPÓSITO DEL 14 DE ABRIL, DÍA DE LAS AMÉRICAS


A propósito del 14 de Abril, el día de las Américas


La historia de los americanos se remonta a la extraordinaria gesta de hace 16 o 20 mil años cuando por el estrecho de Bering ingresan sus primeros pobladores procedentes del Asia, eran cazadores, pescadores y recolectores y en estas tierras –al decir de la canción que interpretaba Nino Bravo  “cuando Dios hizo el Edén, pensó en América”- desarrollaron en Meso América y los Andes dos de los centros culturales originarios de la humanidad.

Hace 5 mil años en la costa norte del Perú aparece Caral, la ciudad más antigua con una superficie de más de 50 hectáreas, con las características que van a identificar la civilización andina y americana que asombró al mundo y cuyos últimos exponentes son los imperios Azteca e Inca.

La conquista europea del siglo XVI significó en el tiempo, la fusión en este crisol llamado América, de la cultura indígena y occidental, dando nacimiento en esta síntesis a la América actual, que busca su consolidación.

Los primeros padres de la patria americana como Vizcardo y Guzmán que decía en su Carta a los españoles americanos “ nuestra patria es América y su historia es la nuestra”. Señalan el espíritu continental que guió el proceso de emancipación.

Simón Bolivar en 1826  convoca a los nuevos países al Congreso Anfictiónico de Panamá para buscar la unión de las América y defender la independencia recién lograda. Este Congreso es el antecedente de la actual Organización de Estados Americanos.

El proceso de independencia y consolidación de la cultura americana aún continúa en la búsqueda de la unión efectiva de nuestros pueblos, de su identidad como pueblo continente en base al legado de una cultura autóctona que se desarrolló a lo largo de miles de años desde los pretéritos tiempos de los Clovis norteamericanos pasando por los Mayas de centroamericanos, los chavines, Huari y Tiahuanaco andinos; los  Tupi Amazónicos, chibchas, charrúas, guaraníes, mapuches o Diaguitas de Sudamérica.

Esa es la tarea de las nuevas generaciones americanas, en un mundo cada vez más globalizado y al mismo tiempo de reconocimiento y protección de identidades culturales, de formas de ser que nos hacen diferentes y unidos.

martes, 3 de enero de 2012

VIVIR LA HISTORIA Y LOS VÍNCULOS CON EL PASADO


VIVIR LA HISTORIA Y LOS VÍNCULOS CON EL PASADO

Primera semana del mes, las reuniones familiares
Don Gonzalo Rodriguez, se reúne con sus hijos los días domingo para tomar desayuno; él gusta de preparar algún plato en especial,- así se desayunaba antes, no el sándwich de jamón, queso o mantequilla, que se consumen casi al paso para ir a estudiar o trabajar- nos dice. En estos desayunos domingueros, al tiempo de disfrutar un saltado de mollejitas, carne o pollo, quizá salchicha o tocino revuelto con huevos, u otro plato que se imagine, acompañado con café pasado, que llena el ambiente con su aroma característico; se conversan temas  sobre diversos aspectos de la vida de los presentes, de la familia, de amigos, de hechos ocurridos en el pasado, por ejemplo cómo era Pacasmayo y las costumbres de la gente de antaño; también qué nos depara el porvenir. En estos breves momentos  nos identificamos, sentimos unidos; se mantienen hábitos, tradiciones, costumbres, y los mismos, son transmitidos a los menores.

El año de 1980, es clave en la historia del Perú. Se ha hecho una nueva Constitución y se ha convocado a elecciones, llega a su fin el Gobierno militar luego de 12 años, empieza un gobierno democrático, e  inicia su “guerra popular” el partido comunista del Perú “Sendero Luminoso, con un accionar extremista que utiliza el terror como medio de conseguir sus objetivos –durará cerca de 20 años-; así los coches bombas y los “apagones” son cotidianos.

Un noche cualquiera se apagaba la luz (apagón); entonces pensábamos: han volado otra torre de alta tensión que trae la energía eléctrica a Lima, ¿hasta qué hora nos quedaremos sin luz?. Esta situación llevó a diferentes instituciones a conseguir grupos electrógenos para mantener sus operaciones; así ocurrió con hospitales y clínicas; fábricas y empresas de servicios, aumentando sus costos. Aquellos que no conseguían este equipamiento, sencillamente tenían que terminar sus actividades.

Estos “apagones” que afectaban la economía y diversas actividades sociales y familiares, también cambia el ritmo de vida de la casa. Podría ser el papá o la mamá, quizá uno de los hermanos quien enciende una vela o una lámpara pues se genera cierto grado de automatismo ante la repetición del evento. En algún lugar de la morada se van concentrando los integrantes de la familia, allí va la vela o lámpara, a la sala donde veían televisión, la cocina donde iban a cenar o el dormitorio de los padres; el hecho es que nos reunimos

Afuera todo es oscuridad, mas en el cielo limeño las estrellas aparecen llenando todo, las tres Marías y la Cruz del Sur son más visibles; qué bonito es el cielo, nos decimos. En las ventanas de las casas vecinas, también se observa la débil luz de velas o lamparines, que en su movimiento, nos hace intuir que también se reúnen en algún lugar de la morada.

En casa empieza la conversación, uno de ellos cuenta lo que ocurrió temprano en el aula de clase o el trabajo, los otros emiten su opinión; es muy fácil pasar a otro tema; así el padre recuerda un episodio de su vida juvenil y la madre lo acompaña –corrigiendo algunos datos-; otro ha contado un chiste y todos sonríen y hasta el más parco emite su comentario. Se recuerda como se vivía antes, cuales las costumbres de los abuelos, qué se decía del gobernante; por allí un cuento fantástico del pueblo, añoranzas de la tierra provinciana que se dejó para venir a Lima. Han pasado las horas y el papá o mamá dice, hay que acostarse, mañana hay que trabajar, ir al colegio o a la universidad.  Poco a poco se disgregan llevándose una vela y la sensación íntima de haber estado juntos y compartido muchas cosas.

En esos momentos de reuniones “forzadas” en que se dejó la televisión, ahora incluiríamos la computadora con sus innumerables posibilidades de atraernos a su seno, se han generado  enlaces con las vivencias de todos los miembros de la familia; vínculos que van desde el pasado y se proyectan al porvenir haciéndonos  partícipes en alguna manera.

Cuando compartimos relatos, situaciones acaecidas, sentimientos, emociones, nos vinculamos, formamos parte de un mismo grupo, asumimos una identidad. Así ocurrió en esas épocas en que se fue la luz; así como ocurre en los desayunos dominicales. Así mantengamos  o busquemos esos momentos, en que alejándonos de lo que nos separa, también compartamos, vinculémonos, vivamos un poco nuestra propia historia.